

El automóvil sobrevivirá. En la era de las grandes compañías de economía colaborativa, donde grandes imperios han caído presa de su propio tamaño y ambición, nuestro sector representa un paradigma.
Si el mayor divulgador de contenidos, Facebook, no los crea. Si la mayor operadora de alojamientos del mundo, Airbnb, no posee apartamento alguno. Si la mayor compañía de taxi del mundo, Uber, no posee coche alguno: ¿cómo es posible estar seguros de que la industria del automóvil puede seguir produciendo vehículos destinados a la propiedad de particulares y empresas y garantizar su supervivencia?
Es probable que algunos analistas vislumbren el éxito de la economía colaborativa; del valor de las experiencias por encima de los bienes de consumo; del inexorable proceso de agrupamiento de consumidores y usuarios o de un perfil de individuos de nueva generación, los llamados millenials, cuya función de utilidad, podríamos decir, incluye compartir bienes como un bien en sí.
Sin embargo, y aunque no deben ignorarse las bondades de estos nuevos fenómenos sociales y empresariales ni la naturaleza de animal social de los seres humanos, el coche (y la motocicleta) prevalecerán. Lo harán porque no representan un bien comparable al resto, porque más allá de ser un conjunto de motor de combustión interna (y/o eléctrico) y una parte ciclo, permiten a las personas vivir nuevas experiencias y las dotan de una autonomía y de una sensación de individualidad que, precisamente en este contexto sociocultural, no tiene parangón.
Coge a tus amigos, coge a tu pareja, coge a tu mascota. Prepara el equipaje, o no. Planea el recorrido, o no. Ve a ese lugar, huye de este otro, desaparece por un momento. Baja la ventanilla, canta, sube el volumen, escucha a tus pasajeros. Súbete la visera, disfruta del paisaje y de esas dos curvas enlazadas que vienen. Ten una cita, ve a cenar, a ver estrellas, no hace falta ni que te bajes. Mete tercera, para a repostar, cuida el motor, revisa la presión de los neumáticos, ten tiempo para tu automóvil y para ti. Cuéntale a todo el mundo que ya eres apto, que cambias de coche, que te subes a una moto, y hazle fotos!
Nuestros clientes, tanto fabricantes como concesionarios, tienen la misma convicción que nosotros de que estas experiencias van a seguir mereciendo la pena. De que los automóviles nos seguirán llevando y trayendo, siempre llenos de anécdotas y experiencias. Porque, a pesar de todo, el automóvil sobrevivirá.
Guillermo Díaz Flores.